sábado, 3 de enero de 2015

¿SABES QUE ESLO QUE DIOS QUIERE DE TI?


Los que hemos tomado la decisión de perseverar en el camino de Dios, sabemos que la única manera de hacerlo es ocupándonos en las cosas de Dios y trabajando en la extensión de su Reino.
En cuanto la suegra de Pedro se sintió sanada por Jesús"...ella, levantándose al punto se puso a servirles" (Lc 4, 39), y cuando el hijo pródigo regresó arrepentido a la casa del padre venía con ganas de trabajar, por eso exclama: "Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros" (Lc 15, 19).

El que verdaderamente está decidido a cambiar el rumbo de su vida personal o familiar, no se conforma con arrepentirse de todo lo malo que ha hecho o a aumentar lo bueno que dejó de hacer.
La conversión verdadera es la que nos lleva hasta la entrega y el servicio.
Cuando Jesús manifestó a Zaqueo el deseo de quedarse en su casa, Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: "Daré Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien le devolveré cuatro veces más" (Lc 19, 8).

Como vemos, Zaqueo no se conforma con decir: Perdóname Señor por todo lo que he robado, te prometo que no robo más, con lo que robé me alcanza. Su decisión iba más allá. El llamado de Jesús se convierte en todo un programa de vida que desea realizar: daré, restituiré, compartiré... Esa es la actitud que debemos tomar los que deseamos escuchar como él las palabras de Jesús: "Hoy ha llegado la salvación a tu casa...".

¿Por dónde empezar?
Podremos empezar por darle gracias a Dios mediante breves períodos de oración, en diversos momentos del día (ejemplo: al despertar, antes de comer, al viajar juntos, al acordarse en las fechas de cumpleaños, aniversarios, etc.)

Luego participando activamente como familia en la Eucaristía dominical de nuestra parroquia.

Después de hacer esto, que es lo mínimo que se espera de un cristiano, damos dos pasos adelante cuando comenzamos a buscar con interés todo aquello que nos haga crecer en nuestra vida espiritual. Dedicamos tiempo para la lectura de la Palabra de Dios o de libros que nos la presenten con explicaciones sencillas, escuchamos con agrado la música o los mensajes que nos hables de Dios y, sobre todo, de mostrarse mutuamente por medio del servicio, el amor que se tienen en Cristo Jesús.

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