sábado, 3 de enero de 2015

LA JUVENTUD...





 La juventud no es una edad, es un clima del corazón. 
Es voluntad, es imaginación, es pasión.
Los años marchitan la piel, renunciar al ideal marchita el alma.
Joven es aquel que se sorprende y se maravilla, que pregunta como el niño insaciable ¿y después.....? Desafía los acontecimientos y encuentra alegría en el juego de la vida.
Serás tan joven como tu fé tan viejo como tu duda, tan joven como tu confianza en ti tan joven como tu esperanza tan viejo como tu abatimiento.....

Permanecerás joven mientras permanezcas receptivo. Receptivo a cuanto es bello, bueno y grande. Receptivo a los mensajes de la vida de Dios...

Que nadie haya sido tan afortunado de darse cuenta de la mina de oro que tú eres, no significa que brilles menos.
Que nadie haya sido lo suficientemente inteligente para darse cuenta que mereces estar en la cima, no te detiene para lograrlo.
Que nadie se haya presentado aun para compartir tu vida, no
significa que ese día está lejos.
Que nadie haya notado los avances en tu vida, no te da permiso para detenerte.
Que nadie se haya dado cuenta la hermosa persona que tú eres, no significa que no seas apreciado.
Que nadie haya venido a alejar la soledad con su amor, no significa que debas conformarte con lo que sea.
Que nadie te haya amado con esa clase de amor que has soñado, no significa que tengas que conformarte con menos.
Que aun no hayas recogido las mejores cosas de la vida, no significa que la vida sea injusta.
Que Dios está pensando en una hermosa pareja para ti, no significa que tú no seas ya ideal.
Sólo porque tu situación no parece estar progresando por ahora, no significa que siempre será así.
Por eso:
Sigue brillando,
Sigue viviendo,
Sigue corriendo,
Sigue esperando,
Sigue siendo lo que ya eres...
Una creación divina de Dios.
Consciente y solidario.

"Al levantar Jesús sus ojos y ver que venía hacia El mucha gente, dice a Felipe: "¿Dónde vamos a comprar para que coman éstos?" (Jn. 6, 5)
Jesús levanta los ojos, observa, se entera, se informa y luego se solidariza con la muchedumbre que tiene hambre. Esa capacidad de fijar la mirada en los necesitados fue una cualidad que siempre acompañó a Jesús.
Es frecuente encontrar en la vida de Jesús pasajes en los que el Maestro demuestra una compasión infinita, como cuando se encuentra con la viuda que iba enterrar a su hijo único (Lc. 7,12-13), cuando sana al enfermo que llevaba 38 años con su padecimiento (Jn. 5, 5-6) y cuando ve al ciego de nacimiento (Jn. 9, 1).
Pero, ¿tenemos nosotros la misma compasión de Jesús? ¿Somos capaces de fijarnos en los necesitados que están a nuestro lado?

Jesús está consciente de la necesidad y además concientiza a otros. Aunque puede hacerlo solo, prefiere involucrar a los interesados en la solución de sus propios problemas. Por eso le pregunta a Felipe de dónde sacarían el dinero para alimentar a la multitud. Los discípulos ven la bolsa y sólo hay doscientos denarios. Pedro señala que un niño tiene cinco panes y dos peces.

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